MI POR QUÉ

Hace más de 26 años que mi pieza del puzzle me falta, siempre he sentido algo sin terminar en mi, y aunque otras piezas han hecho muy bien su trabajo, siempre hay algún hueco que falta. Desde hace algo más de 5 años soy yo la que intenta ser esa pieza de su puzzle que dé apoyo en sus vidas.

Madre de tres soles que hacen de mi ser luchadora, no dormir, sonreír, inventar, cantar, saltar, caer y volver a levantarme.

Las ganas de gritar que te dan de vez en cuando, y de salir huyendo, es la motivación suficiente que tengo para abrir este blog.

Me relaciono con muchas madres a lo largo del día y TODAS tenemos preocupaciones, mil cosas que nos quitan el sueño cada noche, dudas que nos surgen. Si pudiéramos sentarnos todas a hablar, con hijos cada uno diferente de diferentes temperamentos, diferentes edades, nos daríamos cuenta de que las dudas y las inquietudes son las que nos hacen avanzar en nuestra vida y en nuestra maternidad.

Todas tenemos quejas de nuestros hijos, TODAS; porque gracias a Dios son personas diferentes a nosotras, con sus propios intereses, con sus propias motivaciones y, por tanto, actúan de forma que, a veces, no nos gusta.

De todas las conversaciones con madres que tengo, surgió hace años la idea de escribir un blog. Trabajo desde hace unos años como psicóloga clínica infantil, de ahí que muchas amigas me pidan consejo en alguna ocasión.

Siempre pienso que cómo van a verme a mí de ejemplo de madre, si no soy precisamente una madre modelo. Oye, pero seguro que algo hago bien. Y después de mucho pesar lo que hago bien es: evaluarme. Ver día tras día los fallos que cometo, las cosas que han funcionado y las que no con mis hijos. A veces pierdo los nervios, grito, se me cruza el cable y digo cosas que no debería, soy imperfecta. Pero cuando conmigo sentarme, serenarme, vuelvo a empezar, tomo ideas y empiezo de cero. Con ellos y conmigo. Claro que volveré a cometer errores, y mis hijos lo saben, pero también saben que cuando me equivoco puedo pedir perdón y borrón y cuenta nueva.

Hoy en un día de esos. En los que hubiera preferido salir corriendo, huir y no mirar atrás, he llorado y respirado hondo a partes iguales. Ellas han conseguido sacarme de mis casillas, pero después de la solución que siempre hago (poner a mi hermana la cabeza como un bombo y liberar todo lo que siento), he llegado a casa y he buscado soluciones.  Primero buscar el problema, segundo pensar todas las posibles soluciones y tercero, MANOS A LA OBRA.

La solución,… si ha funcionado, en próximos post.

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